viernes, 5 de octubre de 2012

Nostalgia por mi querida Calle Ronda, San Vicente de Santo Domingo de Heredia. Relato N° 4. Del hoy a mi infancia en los cafetales. La cementación indiscriminada de San Vicente y los problemas de inundaciones en el sector y distrito central de Santo Domingo.

Nostalgia por mi querida Calle Ronda
Del hoy a mi infancia entre cafetales

Se puede rescatar de mi querido San Vicente el aporte a la educación domingueña con la construcción de dos colegios públicos y uno privado, una escuela pública, el IPEC, algún Kínder, etc. La nueva Clínica del Seguro Social “Hugo Fonseca” ha venido a mejorar la atención de los domingueños, así como la instalación del Centro Diurno de Ancianos y la recién inauguración del nuevo” Hogar María”, donde se atienden a personas mayores solas, enfermas y discapacitadas. Por su parte la fábrica Vigui da empleo a habitantes del cantón y se han desarrollado algunas actividades comerciales.

Pero, paralelo a esto, dolorosamente, San Vicente o Calle Ronda, como es conocida, no se merecía el ‘’avance cementero’’ desordenado y deshumanizado, cuyas consecuencias ya se han sentido y cada vez serán más graves, las aguas que antes se infiltraban en la tierra ahora fluyen por encima del cemento causando inundaciones en el lugar y distrito central; algunos creen que es desarrollo; sin embargo, eso es lo que realmente queremos y a costa de qué. Antes Santo Domingo entero y muchas comunidades sí podían decir que protegían los acuíferos para las generaciones futuras y vivían en armonía con la naturaleza respirando el aire puro y disfrutando del olor de los cafetos en flor.

La mayor parte de la gente trabajaba en los cafetales. Yo, desde niño, tuve que ganarme los uniformes de la escuela y a los 7 años ya cogía las bandolas de café en las calles que mis hermanos mayores llevaban. Pronto llenaba un tarro que vaciaba en un saco angosto. Con el primer dinero compré un canasto. Así pasó el tiempo y con eso ajustaba el dinero para comprar mi vestuario escolar.

Luego los años se fueron sucediendo uno a uno hasta que llegué a manejar una calle solito. Comencé, además de coger café, a jalar almuerzos a mis hermanos. Eso me benefició porque cada uno me reponía una cajuela de café por el mandado. Sólo en lugares muy alejados como la Finca la Mariquita y Benjamín llevábamos lo que íbamos a consumir durante el día. En ese tiempo no había peligro cuando un niño andaba por los cafetales, por el contrario la gente adulta se lo topaba a uno y muchos lo cuidaban.

Más de 62 manzanas de cafetales, donde la gran mayoría pertenecía a la familia Rohmoser y Montealegre, gente muy adinerada, quienes por décadas tuvieron esas propiedades, logrando enriquecerse aun más con la venta y procesamiento del grano de oro.

Todavía en los años 70 esas fincas colindaban con la propiedad del padre Delio Arguedas. Hoy pertenecen a los Padres Trinitarios y a la comunidad del Monte Carmelo.

A continuación voy a mencionar algunas de las propiedades a partir del límite antes mencionado. Algunas de ellas llevaban el nombre de algún empleado que vivía en la casa de la finca. Finca Los Carrucho, Finca Noé Marín, El Polaco, El Banco. Los terrenos mencionados anteriormente son los que actualmente ubican el Polideportivo, la urbanización y la parte de la Clínica del Seguro Social Dr. Hugo Fonseca.

Obviamente allí estaban ubicadas pequeñas fincas como la de Chico Campos que comprende la Plaza del Polideportivo y el Gimnasio “Rodrigo Segura”, Finca Josecito, Finca Rafael Carmona, Finca Marcos Oviedo, Finca Vindas, en parte de ese territorio se construyó la fábrica Vigui. Un sector de la Finca Pancracio Marín se construyó el Colegio Santa María de Guadalupe y las urbanizaciones allí existentes. Frente al colegio vivía don Gonzalo Fonseca quien tenía una pequeña propiedad y hoy es parte de la urbanización, También allí se encontraban pequeñas fincas de la Familia Zamora (Rebeca- odontóloga).

Más arriba estaba la finca de María Argüello, que no pertenecía a los Montealegre. En la Finca El Molino se ubica actualmente El Más por Menos. Por su parte, en la finca conocida como El Tanque, se encuentra hoy en día la Casa de la Cultura Domingueña. Las fincas aledañas a Calle Don Pedro y La del Barro de Olla no pertenecían a los Montealegre.

La Mariquita y otra finca que llevaba el nombre Benjamín poseían muchas piezas arqueológicas. En esta última se encontraban osamentas, al principio se creía que eran de aborígenes; posteriormente se indicó que procedían de gente fallecida por el cólera y que fueron enterrados allí, al menos eso era lo que se decía. Las fincas citadas estaban ubicadas en otros lugares y para llegar a ellas teníamos que caminar por la calle que se encuentra actualmente en el costado norte de la Fábrica Vigui.

En El Tanque había un recibidor de café, además existía un pequeño lago donde había cisnes y carracos. Era la sede central de la finca, no sólo recibían el café de sus fincas sino el de otros pequeños propietarios. Frente a este lugar existía otra propiedad llamada Los Pavos, porque había muchas de esas aves y eran cuidadas por Don Víctor León (q.d.D.g). Ahora es el Condominio Los Hidalgo.

Eso es un poco de lo que me acuerdo, cuando yo iba a coger café a esas fincas, donde mi padre trabajaba como jornalero. Días inolvidables jugando, disfrutando y formándome como ser humano. De Dios, de las personas y de la tierra recibí la inspiración para servir a mi prójimo.

Jorge Ramírez Calderón Grupo Cívico Domingueño. Jueves 4 de octubre del 2012



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