viernes, 30 de octubre de 2020

Reseña del padre Antonio Van Bakel, sacerdote paulino de nacionalidad holandesa quien residió durante casi 40 años en Costa Rica específicamente en el distrito de San Vicente de Santo Domingo de Heredia

 

El padre Antonio Van Bakel

El padre Antonio Van Bakel falleció el 29 de octubre del 2010.  Durante casi 40 años residió en nuestro país, propiamente en San Vicente de Santo Domingo, en mi vecindario.  Fue un sacerdote paulino de nacionalidad holandesa que originalmente vino a impartir clases en el colegio Seminario, regentado por esa orden religiosa, en la década de los cincuentas, y posteriormente regresó para hacer de Costa Rica su segunda patria.

 Colaboró con las parroquias de San Pablo, como vicario cooperador, y de Santo Domingo de Guzmán.  Muchas veces lo veía pasar por el frente de mi casa, rumbo a la misa de la mañana en el templo del Rosario, en carro o, sobre todo en sus últimos años, a pie.  Se veía siempre serio, y así era su saludo; decía muy sentidas homilías a las que, en compañía de mi madre, yo solía asistir en la misa de 4 del vecino cantón.  Su particular pronunciación del castellano le permitía hablarle al corazón de los oyentes.

Como una breve pero sentida anécdota que conservo en la memoria, ese último año, estuvimos en la eucaristía del día de la Madre, 15 de agosto del 2010, solemnidad de María.  Desde la tercera banca del pequeño templo de San Pablo, escuchamos del padre Antonio una profunda reflexión en honor de las madres y recuerdo de la suya.

Con su mirada grave como dirigida a nosotros, dijo tales elogios de la madre, con referencia a la de él fallecida hacía 68 años, que yo creía obligatorio abrazar a la mía en forma muy expresiva.    En sus silencios durante su exposición, sentía yo que los ojos del Padre Antonio quedaban fijos en los míos, como si me exhortara a ello, por él y por mí.

Pero los escrúpulos ante la concurrencia me detuvieron, hasta cuando ya había salido casi toda la gente.  Son situaciones para las que no estamos preparados y cuando deberíamos ser espontáneos.

En días posteriores yo esperaba encontrarlo en esas sus caminatas, para agradecerle, pero a fin de mes cayó enfermo, para  no levantarse.

Cuando falleció, consideré que aquellas últimas palabras pudieron haber sido una despedida, y quizá una llamada de su mamá desde el Cielo. Así le pude dar algún sentido sobrenatural a todo aquella circunstancia, cuando pocos años después mi madre nos dejó y venía a mi mente aquella circunstancia tan emotiva.

Su funeral fue muy concurrido y concelebrado por el Arzobispo y muchos de sus hermanos sacerdotes, todos ellos más jóvenes que el Padre Antonio.  Llevaron su féretro en hombros hasta su última morada, en los jardines del templo de San Pablo de Heredia.

Quizá sirvan estas palabras en recuerdo de un hombre de Dios, como sin lugar a dudas fue el Padre Antonio van Bakel, quien vivió como predicó y fue llamado de este mundo con fama de santidad.

 Atte. Juan E. Cruz A.       Vie 30/10/2020 15:45

 

 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Interesante cruce de comentarios entre Juan E Cruz A y Luko relacionado con publicación que realizara este último y que tiene que ver con el nombre de paso de la vaca en San José, puentes en arco y el apellido Montes de Oca.

 

Nuevo artículo- Montes de Oca


Gracias, Luko.

Precisamente; esa tesis del "pasito" navideño no me convence; me ha parecido muy tardía, como dicen los intérpretes.  El nombre "paso de la vaca", por lo que se lee, es muy antiguo, como casi todos los nombres en San José.  Y aunque hace 200 años ya se hacían "portales" en San José, hay varias partes en ese documento en donde se hace referencia a ese "paso" como un paso sobre el río.

 Por ejemplo, el Barrio de la Merced tiene una descripción "hasta la confluencia de la quebrada de los Negros con el río Torres; de aquí aguas abajo hasta el Paso de la Vaca, y de allí, rumbo recto al Sur, hasta el puente de piedra en la calle nueva del Espinal".  Detalle: esto de "rumbo recto al Sur" hace pensar que el puente sobre el dicho paso estaba más al este de donde hoy se observa.

 Cierto que ya para entonces existía un "Cuartel del Paso de la Vaca", que sería como un barrio o caserío, el cual tal vez le dio nombre al paso del río según la tesis del "portal" o, como yo creo, a la inversa.  Pero bien, podría ser que ambas explicaciones sean correctas.

 En relación con el "nuevo puente de piedra" al final de la "nueva calle del Espinal", dije que anteriormente se hacían de madera; en nuestro país, desde luego, pues esas edificaciones son antiquísimas.  Pero probablemente en Costa Rica, que fue una provincia muy pobre, y a veinte años de la independencia, el material predominante habría sido la madera.

 Recientemente, el Ministerio de Cultura reactivó una solicitud del Grupo Cívico Domingueño, del año 2012, para proteger los puentes de piedra del cantón, a los que se refirió don Mariano hace 30 años.

 Atte. Juan E. Cruz A.            Mar 27/10/2020 14:43

 

 El mar., 27 oct. 2020 a las 6:53, Luko Hilje (<lukohilje@gmail.com>) escribió:

¡Muchas gracias por amplio comentario y explicación! Siempre se mantiene uno aprendiendo!

Aunque supongo que sabés, según un relato de don Fabio Baudrit, que al Paso de la Vaca lo bautizaron así por un pasito navideño que había en una vitrina o ventana en el que, a falta de buey, pusieron una vaca.

Un abrazo

Luko


El lun., 26 oct. 2020 a las 17:34, Juan Ernesto Cruz Azofeifa (<juan.ernesto.cruz@cgr.go.cr>) escribió:

Estimado Luko

A propósito de este apellido, con motivo del fallecimiento de un miembro de esa familia hace un año, don Mario, mi padre me comentó que fue su compañero de escuela en San Ramón, allá por 1940 o 41.  Los Montes de Oca tenían dos farmacias allá, y con posterioridad a la situación de 1948, emigraron.  Viven aún varios miembros de esa generación, y estuve en misa de recordatorio que celebró su sobrino el padre Emilio, en Sabana Sur.

Hace unos meses, por algún interés en historia municipal, estuve viendo un libro sobre la división territorial, publicado en 1980, cuyos autores son Carlos M. Soto Guevara, Eduardo Protti Martinelli y Mario Sáenz Cubero.

Se incluye una relación del Jefe Político de San José, del año 1841, sobre los linderos o límites de todos los barrios y cuarteles, los que serían posteriormente cantones y distritos al sur del río Virilla, desde La Unión hasta Pacaca.

Hay referencias geográficas que seguramente se descontinuaron con el tiempo, pero muchas otras permanecen.  Se menciona "el nuevo puente de piedra", como punto final siguiendo "la calle del Espinal" desde el paso de la Vaca.  Hay una "esquina de la familia Montes de Oca" mencionada en esa calle.

Acerca del Paso de la Vaca, da la impresión de que era un paso de río. Imagino que, puesto que los ríos corren de este a oeste, se explica que los trayectos viales sigan, incluso hoy, ese sentido preferentemente, y en cambio, toda circulación de norte a sur requería "pasos" por los arroyos o ríos.  Del nuevo puente del Paso de la Vaca no se precisa el material, pero sí es simbólico que del puente ubicado en sentido opuesto -que sería al sur de la capital- al final de "la calle del Espinal", se diga expresamente que era un puente de piedra, probablemente sobre el río María Aguilar.

Imagino que anteriormente los puentes eran de madera.  El artículo adjunto es del recordado don Mariano Azofeifa, quien escribió sobre los que hubo entre Santo Domingo y el cantón Tibás, con ocasión de la ampliación que se hizo en 1990 sobre la actual ruta 5.  En 1826 se construyó un puente de vigas de roble negro, acota, y posteriormente fue sustituido por uno de piedra.  La desaparición del cual, en 1928, fue objeto de muchas visitas de los habitantes, como comentaban mis abuelos que, recién casados, fueron a ver ese destrozo.

En el conocido mapa de 1851 de la ciudad capital, se ubica la esquina de los Montes de Oca en la actual avenida Central, lo que es sencillo de determinar desde otros puntos, como la antigua Iglesia de la Merced.  Si se cuentan cuadras, dicha esquina se situaba diagonal a la esquina sur oeste del Mercado Central.

 

https://www.sinabi.go.cr/biblioteca%20digital/mapas/Mapas%20y%20planos%20de%20San%20Jose.aspx#.X5dR0NBKjIU

 

Buen día, amigos! Comparto con ustedes este nuevo artículo mío, aparecido esta mañana en Nuestro País. 

El enlace es el siguiente:

https://www.elpais.cr/2019/08/01/el-origen-del-toponimo-montes-de-oca/

Con aprecio,

Luko

 

miércoles, 14 de octubre de 2020

La Orquesta filarmónica femenina de Santo Domingo de Heredia, agrupación musical creada en 1943 lo conformaban una serie de talentosas jóvenes que con sus instrumentos deleitaban a los amantes de la música. El recuerdo de sus melodías se desvanecen conforme pasan los años y sus integrantes muchas veces olvidadas van partiendo al mas allá.

 

 

Orquesta filarmónica de Santo Domingo de Heredia

 

 

La recordada filarmonía femenina de Santo Domingo, creada en 1943, se va quedando sin sus fundadoras, que por el paso natural de la vida, van dejando esta tierra de los mortales, como recientemente doña Claudia Gómez Umaña. Al acercarse el 80 aniversario sería propicio que alguna de las personas que investigan la historia, realizaran la propia sobre aquel distinguido grupo de jóvenes.

 

Don Manuel Freer, su director, había sido contratado por la Municipalidad, me parece que en 1937, una vez jubilado como profesor de música.  Tuvo una larga trayectoria como director de bandas,  maestro de capilla en la basílica de los Ángeles, y como docente, era lógico que en nuestro cantón convocara preferentemente a la juventud, tanto varones al principio, como luego muchachas.  Con doce años de edad, mi futura madre se integró al grupo original.

 

Hace un tiempo, conversaba yo con sus primas del costado del templo del Rosario, una de las cuales falleció también recientemente, y elogiaban la elegancia de las intérpretes, que pasaban tocando frente a su casa al terminar "el recreo", y mucha gracia les hacía verla a aquella, niña y joven como las otras, en ese porte tan llamativo, con su clarinete requinto.

 

Una sensación similar me inundó hace pocos años, en un desfile cerca de la municipalidad, cuando veía a los alumnos y alumnas que iban entonando en forma tan sonora y distinguida; sentí nostalgia, y en la acera vi a doña Elvia Esquivel como espectadora.  Le dije: "¿se acuerda?", y asintió con una gran sonrisa.

 

Atte. Juan E. Cruz A.    miércoles 14 de octubre 2020

 

lunes, 5 de octubre de 2020

Bonita historia sobre la visita realizada por el señor Francisco Cruz maestro pensionado, a la zona donde trabajó como maestro unidocente allá en la península de Nicoya en el Encanto de Jicaral de Puntarenas.

 

Relato familiar

 

El 5 de octubre de 1950 ocurrió el conocido como terremoto de Nicoya.  Esperaba encontrar hoy en la prensa escrita una mención a la fecha, que es también la del cumpleaños de mi padre.

 Ese día estaba él como maestro rural unidocente en la península, en El Encanto de Jicaral de Puntarenas.  Desde siempre que se hablaba de temblores en mi casa, mi padre hacía mención de aquel evento.

 Más recientemente, contaba que los niños corrieron hacia donde él, se le arrimaron como en racimo a su alrededor, presas del miedo.

 En enero del 2018 fuimos a conocer aquellos parajes, de los que tantas veces había hablado.

 Habíamos llegado desde Paquera, donde estuvimos un buen rato, y por un camino en mal estado que, por cierto, al poco tiempo el MOPT empezó a reparar, a Playa Naranjo y Jicaral.

 El pueblo, con calles pavimentadas, comercio, restaurantes, y un gran templo católico, le pareció muy distinto a mi papá.  "Lo que era Jicaral", exclamaba.

 Contaba de su viaje en la panga, y del atracadero el cual, tras preguntarle a gente de edad, más o menos lo ubicamos detrás de una barriada.  Recordó que la noche de su llegada desde Puntarenas, debió dormir en una banca del comisariato, y al día siguiente se fue a pie hacia su destino.

 Nos alojamos y pasamos dos noches en un hotel algo retirado.  Volvimos al centro el día siguiente y preguntamos por "El Encanto".  Por señas tomamos por caminos de tierra hacia los cerros, pero nos informaron de un lugar así llamado, que no era el mismo que mi padre conoció.

 Subiendo más, arribamos a un caserío que llaman "La Tigra", y desde ahí, nos indicaron dónde había estado el viejo "El Encanto".  En La Tigra había una señora coetánea de mi padre, y con ella conversó bastante de todas las personas que él recordaba.  Casi todas habían emigrado.

 El carro no podía llegar al viejo asentamiento, y me fui caminando en descenso por una cuesta de más de un kilómetro, hasta llegar a un yurro.  Mi papá me había dicho dónde más o menos había estado el sitio, y advertido por las gentes y mi comprobación, no encontré nada más que un paraje agreste, sin rastros de casa ni escuela o algo parecido.

 Luego bajamos de aquellas alturas, desde donde veíamos el Cerro Azul, máxima altitud de la península, y otros promontorios que llegan a 1000 metros.  Fuimos a Hojancha y Ciudad Carmona.  Muchos ramonenses habían emigrado a la península, inclusive mi tía y primos que, como en aquella época en que papá daba clases, se hallaban al otro lado, en Cóbano, desde donde luego se fueron a la zona bananera.  En Hojancha se estaba realizando un homenaje,  a un benefactor sacerdote español que tenía muy pocos días de fallecido, el Padre Luis Vara.  De mi parte había visitado estas dos ciudades hacía 34 años, es decir, 34 años después que mi papá.

 

Juan Ernesto Cruz Azofeifa         Lun 5/10/2020