miércoles, 17 de octubre de 2012

Nostalgia por mi querida Calle Ronda, San Vicente de Santo Domingo. Relato N° 7. La acequia que caracterizaba a la comunidad y la producción de café.

Nostalgia por mi querida Calle Ronda

Acequia, trabajos, jóvenes

La producción de café era la actividad económica que nos daba trabajo y el sustento para vivir. Alrededor del grano de oro giraba toda una comunidad. Incluso el agua y la acequia eran indispensables para el procesamiento del grano. A pesar de que el trabajo era duro en diversos momentos, nunca nos alejamos de los verdaderos valores cristianos como la solidaridad, la humildad, la paz y la armonía. Me introduzco en mi mente para recordar aquellos momentos.

Vale la pena rescatar que dicha acequia atravesaba la finca El Tanque. Ella proveía de agua a un pequeño lago donde existían cisnes y patos al cuidado de los peones. Además esa acequia llevaba agua a las grandes pilas donde se media y echaba el café. Por un tiempo estuvimos oliendo esa podredumbre al pasar el agua contaminada por la acequia, después idearon hacer zanjas entre calle y calle de cafetos para echar la cáscara y tapar. Eso ayudó como abono.

Yo trabajé casi dos meses en ese patio de beneficio; además de ser una labor muy dura, ya que la persona está en un oficio y de un pronto a otro lo trasladan a otro trabajo. Es decir, si uno está volcando lomillo que es como le dicen el pasar el café de un lugar a otro, sea el café está en forma de lomillo y entre dos personas con palas especiales recogen el café del lomillo y lo trasladan hacia otro lugar haciendo un nuevo lomillo, esto con el fin de que el café se asolé parejito y al mismo tiempo al aventarse recibe ventilación.

Hay otro sistema que es rayar el café. Cuando el café está húmedo lo meten a las estufas, las cuales están a altas temperaturas, una vez secado por este sistema, se saca y se lleva al patio. Una vez que se haya vertido el café sobre el cemento, con unos rastrillos se comienza a pasar sobre el grano en pergamino, haciendo pequeños canalillos y posteriormente se vuelve a pasar sobre ellos, una y otra vez. Cuando esté listo se forma otro lomillo y se vuelve al procedimiento antes descrito.

Hay otros oficios como el de cargar café hacia las turbinas para descarar, es muy duro, porque hay que subir gradas con sacos que pesan un quintal. Tal vez uno caluroso de estar haciendo cualquier oficio y lo mandan a las pilas, con paletas para lavar el café. Cuento esto para que los jóvenes valoren lo que tienen y sepan los trabajos que nosotros hicimos para ganarnos el pan de cada día. Con estos relatos, los jóvenes se van a dar cuenta cuán difícil era la vida antes y qué diferente se les está presentando ahora.

Hago un llamado a nuestros queridos jóvenes para que en cualquier actividad donde se desarrollen tengan siempre la meta de servir y nunca servirse. Cualquier trabajo que desempeñen debe hacerse con la ilusión de alcanzar un mejor ciudadano y por ende un mejor país. La voz de la conciencia los guiará por la senda de la honestidad, conocimiento, estudio, amor hacia todo lo existente. El premio será la paz interior, y lo disfrutará en lo más íntimo de su corazón.

Jorge Ramírez Calderón. Grupo Cívico Domingueño. Martes 16 de octubre del 2012





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