Relacionada con los cuarteteros y algo más.
En algunos correos, y como se publicó en el blog
del Grupo Cívico, hicimos comentarios sobre recuerdos que desaparecen
físicamente. Entre los comentarios del blog, incluí algo más pequeño pero
similar a lo que sigue:
A propósito de mi padre y de sus recuerdos, en este mes que concluye y
que se cumplieron 70 años de la revolución o revuelta de 1948, voy a contar una
breve referencia que él hizo, y que se relaciona con los cuarteteros, en cierta
forma.
Cuando se estuvo recordando a esos personajes de Santo Domingo, hace
algunos años, pregunté a mi padre si esa práctica existió en San Ramón, de
donde él es oriundo. Me contestó negativamente, pero me hizo mención de
un hecho puntual de algún interés.
Al concluir la revolución, mi padre se fue a trabajar a la zona
bananera, en Quepos. Allá estuvo por aproximadamente un año y medio.
En relación con las cuartetas, me contó que una vez, la peonada estaba
en descanso y ocio, y algunos empezaron a decir cuartetas, pero con cierta
fisga, de tal modo que al rato se empezaron a calentar los ánimos y casi hubo
una pelea.
Me vino a la mente lo que me relataba don Jorge Zamora Azofeifa, de
Santo Domingo, ya fallecido, sobre unos cuarteteros que estuvieron en lugar de
Marcial Barquero en una ocasión, cuando por sus "salidas" causaron
enojo entre los oyentes.
Como hemos sabido, también por lo que me dijeron las hermanas de don
Jorge y posteriormente don Julio Bolaños, esas andanzas se acompañaban de licor
y de, indudablemente, cierto atrevimiento por parte del coplero. Yo no
puedo decirlo porque solamente una o dos veces presencié a don Marcial, ya
estando él bastante mayor, y no alcancé a escucharlo.
En enero del 2017 fuimos con mi padre a visitar las fincas de Quepos,
que ahora son de palma africana. Buscamos la llamada Pastora, donde él
estuvo la mayor parte del tiempo, y tras mucha búsqueda, dimos con un terreno
abierto y descampado, listo para cultivos anuales, pues las barracas habían
sido eliminadas y no existía ningún vestigio del viejo campamento. Hay
sin embargo otras ciudadelas de barracones -como ellos llamaban-, incluso
visitamos la llamada Llorona, donde él también estuvo un tiempo. Ahí
tomamos fotografías.
Visitamos también la costa y el muelle, donde mi papá recordaba que
estaba el hospital o dispensario, y encontramos unas viejas edificaciones, y
restos de una línea del tren. Decía él que el traslado en aquellos
tiempos era por los rieles, fuera a pie o en vagones, incluso para ir a turnos
o fiestecillas que se hacían en las diferentes fincas, y por supuesto para los
partidos de futbol.
Dichas edificaciones fueron declaradas patrimonio histórico hace poco
tiempo. Hasta donde sé, sin embargo, los campamentos de barracones
permanecen sin protección jurídica.
Muchos ramonenses estaban en la zona bananera, incluso hermanos de mi
padre, y posteriormente algunos de sus sobrinos. Mi padre era muy buen jugador
de futbol, y ese dato tuvo importancia para que uno de sus coterráneos lo
animara a irse para "la zona", pues la rivalidad deportiva entre las
fincas era significativa, y eso lo ayudaría a enrolarse.
Como contó un sobrino de mi padre en una visita de hace algunos días, en
"la zona" se pagaba muy bien, en comparación con los jornales de ¢ 2
que ganaban ellos en el campo. Además, había de todo lo necesario en esas
que, más que campamentos, llegaban a ser ciudadelas, de tal modo que algunos
trabajadores posteriormente se independizaban y se dedicaban a algún oficio,
como fue su caso.
Esto trae a colación el tema de la emigración desde los cantones del
valle Central, como Santo Domingo, de lo que sería oportuno apuntar algunos
datos eventualmente, aun cuando sean del acervo familiar.
28 abril 2018 Juan E. Azofeifa
Mi remitente fue Juan E. Cruz A. Pero gracias igualmente.
ResponderBorrarDon José León Sánchez fue premiado por la novela Picahueso, cuyo protagonista es de origen ramonense en el siglo XIX. El siguiente pasaje supondría la existencia de copleros en San Ramón, aun cuando como novela no es fuente fidedigna, por más que los datos acopiados por don José León son de admirar a lo largo de sus páginas: "La murga iba tocando de puerta en puerta; a una señal del payaso se suspendía la música y se lanzaba una copleta o cuarteta alusiva al santo del caserío".