jueves, 28 de noviembre de 2013

Hombres de ayer y de hoy. Valores y costumbres que se han ido perdiendo con el tiempo.

HOMBRES  DE AYER Y  DE HOY

Me ha inquietado y también lo  he oído mencionar a muchas personas respecto al paso del tiempo y lo que escuchado y me he preguntado: ¿sí los minutos, horas, días, semanas, meses y años están pasando tan rápido  que no nos percatamos de ese constante devenir? Pasa en un cerrar y abrir de ojos o un chasquido con los dedos. Inclusive me he tomado la “molestia” de consultar a gente joven al respecto, para ver si ellos tienen esa misma sensación y la respuesta ha sido afirmativa, donde me han dicho que han sentido esa vida agitada porque todo precisa para ayer. Sintiéndose convertidos en robots del sistema.  Argumento que me ha servido para confrontar los asuntos de mi vida de cuando era yo niño y joven con  la actualidad.  Por tanto he llegado a la conclusión de que muchos de esos cambios  los hemos respaldado todos, de alguna manera hemos tendido la culpa porque hemos dejado que  costumbres extrañas se injerten en nuestra sociedad propiciando así,  a través del tiempo, el desequilibrio a todo nivel, tanto en hombres no más de 35 años como gente más jóven. Cambiado  no solo nuestra forma de ser, pensar y actuar supuestamente para economizar tiempo y  por esta misma trama  lo más delicado,  procurar modificaciones en el escribir, hablar y vestir. Lo hemos visto en la escritura por internet, sobre todo cuando mandamos mensajes cortos, ¡cómo se ha destruido el castellano! Y que tiene que hacerse porque el sistema permite (twitter) cierta cantidad de caracteres, omitiéndose y mutilando palabras para dar una idea a veces no completa. También las formas de hablar, donde se copia y muchas veces mal, palabras o dichos de telenovelas de otros países, perpetuándose así vocablos y anglicismos  que desplazan los nuestros con términos que el resto de la ciudadanía no comprende. Y lo más grosero es cuando uno oye hablando a otra persona utilizando el castellano correcto y lo señalan burlonamente como si éste fuese un  viejo anticuado que vive en la edad de piedra.

 Desde hace algunos años para acá hasta nos incomoda que algún adulto mayor o persona de buen verbo, nos hable de costumbres, formas de ser y actuar, de hábitos y valores: de moralidad, respeto, tolerancia, paz, honestidad, agradecimiento, solidaridad, bondad, justicia, amistad, lealtad, generosidad,  laboriosidad, humildad, prudencia, libertad, perseverancia, dignidad, fortaleza, y todas aquellas frases de valores que induzcan a ser el hombre a vivir bien con los de su misma especie y por ende que le permia proyectándose hacia la madre naturaleza y con esto, la consumación de este acto  sublime  que se  proyectaría hacia lo más grande, a lo celestial, a DIOS.

 Lo que no aceptan, o no saben para decirlo de una manera más prudente, es que el hombre actual, con las facilidades que tienen y que la misma tecnología le permite, es que llegan a un “estado de facilidades”  que los desconectan de la realidad y que la constancia de lo repetitivo (en algunos casos) es lo que lo hacen más ágiles, nada más, sin embargo se pierde la perspectiva  de un hombre completo, ya que con el ejercicio de que todo precisa para ayer,  lastimosamente gracias a le premura del mercado por vender cada día más, hace que el hombre actual,  lejos de ayudarle al menos en lo personal, más bien lo aleja de su humanidad, convirtiéndolo en parte de la máquina, trastocándose éste en un ser huraño, ajeno muchas veces a su familia, a sus amistades y con una cadena de síntomas de enfermedades que a la postre con el tiempo lo pueden llevar a actos de locura inclusive a la muerte.

Concluyo diciendo que es oportuno  que los bancos, empresas, corporaciones y toda clase de negocios nacionales e internacionales, no solo se preocupen por acabar con la competencia enfermiza que existen contra sus similares, sino que hagan un alto en el camino y aunque parezca risorio, por el bien de su personal, de su empresa comiencen a adaptar una serie de cambios, donde se tomen en cuenta los valores establecidos por la sociedad en la que vivimos, que hagan sentir en sus empleados que  trabajan allí, cariño y respeto de sus empleadores y que le hagan entender que no son autómatas sino seres humanos de carne y hueso. Compartiendo alegrías y tristezas. Donde se le dé a entender, que él es la razón de ser de la empresa y que por ese motivo la misma está en el sitial que actualmente ostenta.

Posiblemente esta afirmación puede tomarse como desafortunada, quizás una tontera. Sin embargo está comprobado que si a la persona se le trata con afecto y consideración, es un individuo feliz que disfruta lo que está haciendo, es noble a su  lugar de trabajo y que da un alto rendimiento, muchas veces sin pedírselo. Obviamente él no se siente explotado, sino que se da a su empresa con amor y lealtad, pero primero se debe ganar el empleador a su trabajador  con el buen trato y dignificándolo su laboriosidad.
Por tanto empresa y empleado deben…” ser y crecer juntos. Porque el  tesoro no está formado por el dinero, sino por un conjunto de potencias que todo ser humano debe desarrollar y constituyen su verdadera riqueza “.  “Sólo hay un camino para mejorar nuestra calidad humana: la libre realización de valores, de hábitos buenos.” (Tomado del libro de los valores del Periódico Nación)

Si en este momento alcanzáramos unificar toca clase de valores, llámese: biológicos, sensibles, económicos, estéticos, intelectuales,  religiosos, morales, mismo que nos enseñaron nuestros abuelos y padres a los que peinamos canas y fueran tomados por las generaciones actuales, notaríamos que no habría diferencia entre los hombres y ayer y los de hoy. Viviríamos en una sociedad más humana, más solidaria, respetuosa y por ende en Paz. Donde Dios reinaría con los hombres en una exuberante y verde Naturaleza,  como la que le entregó a Adán y a Eva cuando construyó la creación.


GRUPO CIVICO DOMINGUEÑO. MARTES 26 DE NOVIEMBRE 2013.

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