miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cruce de correos entre José Amado Hernández Salazar, poeta y músico domingueño que le ha dado grandes aportes a la cultura en general y el señor Juan E Cruz Azofeifa domingueño que lucha por conservar las costumbres domingueñas. Los siguientes comentarios se refieren a un tema poco conocido como es el hablar en malespin.

Refente al tema Malespin

Buenas noches todas y todos. Primeramente mis disculpas por mi tardía respuesta; no me fue posible hacerlo antes.

Desde hace más de cincuenta años he gozado de la franca amistad de don Julio Bolaños Villalobos y es a él a quien debo el que me interesara por aprender a hablar en MALESPÍN.  Como dato importante les digo que solamente don Julio y este servidor de ustedes, dentro de la geografia de nuestro cantón, conocemos en la actualidad las reglas que rigen el dominio de esta forma tan original de comunicarnos .  Además, es un hecho el que, son pocas las personas que en este país lo conocen.

En años pasados,  tuve en mis manos algunos artículos escritos por el ilustre profesor puntarenense, Gonzalo Soto Wong, que de Dios goce, en los que denotaba su basto conocimiento del Malespín. Esto me entusiasmó y me dediqué con más ahínco a la práctica del mismo.  Entre las cosas que más me llamaron la atención fue el dato de don Gonzal, en que mencionaba el interés del presidente de aquel entonces don Ascensión Esquivel Ibarra en proponer como tema de estudio en las escuelas el aprendizaje del MALESPÍN.

Si alguien tiene interés en tener conocimiento al respecto, estoy a su disposición para ayudarle.           
                                                                          Atentamente José Amado Hernández Salazar
      
Fecha: 9 de diciembre de 2016



Más sobre El Malespin


Comparto otros datos que me suministró don Julio Bolaños Villalobos.

Sobre el malespín, y me dijo que antes lo hablaban muchos, y me mencionó a Beto Vindas, Calino Salazar, Moncho Vargas que tenía una pulpería a la par de la antigua ermita de Santo Tomás, frente a la plazoleta, y Nicolás Alvarado quien se fue para Alajuela, y con quien él lo aprendió. 

En realidad se aprendía en la práctica, pues se trata de cambiar letras de las palabras, pero no al azar, hasta que se pega la que es, y así se va aprendiendo.

Además de su tío Serafín,  Beto Vindas y Calino Salazar (Aquilino) también eran payasos cuarteteros.

Eran infaltables en las fiestas patronales en el centro y los distritos.  Se desempeñaban a dúo o trío, en forma de dicho y respuesta, uno iniciaba y el otro completaba el cuarteto, a pura improvisación.

Menciona la parodia "el Venadito", que es cantada, y todavía se conserva en la memoria de algunas personas de Santo Tomás.  La compusieron su tío y Beto, y recuerda don Julio oírsela a su mamá.

Su tío Serafín se plantaba en la plazoleta, sobre un butaco, a hacer el vacilón.  Los viejos le llamaban "el Rincón" a ese lugar.

Una vez hizo un testamento público, y la gente estaba escuchándolo haciéndole rueda.  Ponía apodos, y ahí salió el apodo "por derecho" para Gonzalo Villalobos, pues le dejó "la calle Higinia, para que se fuera por derecho".  Mencionó otros apodos que no apunto aquí.

Al abuelo de los dueños de un conocido establecimiento del distrito, le había puesto el apodo Uvieta, y a éste no le gustaba que se lo dijeran.   Cuando pronunciaba el mentado testamento, a lo último dijo: "Y para Uvieta, le dejo...", de tal modo que el señor aquél, que andaba con su delantal y cuchillo, lo desenvainó muy enojado, y ahí se terminó el acto público.

El apodo del policía Juan era Cuepera -me corrige don Julio-, se lo puso su tío Serafín, pero no sabe su significado.  Serafín leía mucho, por eso tenía de dónde inventar, dice.  Quizá viene de la "cuepa" -leo en un diccionario de 1970-, un objeto con el que se divertían los muchachos, cuyo uso se ha descontinuado. Todavía se utiliza ese apodo para los descendientes de Juan y Estebana, que vivían en la Quintana, por la Calle Barro de Olla.  Recuerdo haber ido con mi madre una vez a su humilde casa, que era de un aspecto tan antiguo como los 90 años que tendría ella.  Con sus hijos, vivían con un estilo a la vieja usanza. Mamá se refería a doña Estebana como Estebana Pincha, por su madre que fue partera, a quien se conocía en el pueblo como Chepa Pincha.

En las fiestas, las cuartetas terminaban en una borrachera, y con frecuencia en pleitos. Si no había pleito no era fiesta.  Sobre el licor, me decía doña Dora Zamora Azofeifa, a cuya propiedad llegaba Marcial Barquero a cambiarse, que él se tomaba un trago para empezar, quizá para darse valor e inspiración, y al final terminaba algo bebido.

Como segunda anécdota, para concluir, me cuenta don Julio que una vez Beto Vindas tenía un contrato en San Miguel Sur, pero no tenía con quién ir para que le hiciera segunda, quizá porque don Serafín estaba enfermo, y se acordó de Efroy Calvo, de Los Ángeles, quien apenas le hacía un poco a ese arte pero no se había aventurado en público.  Se lo llevó, y la salida de Beto en la cuarteta fue

"¡Qué linda se ve esa ave reposando en ese nido!"

Efroy respondió:

"Seguro que está culeca, seguro que no ha ponido."

Estos episodios me los cuenta en grandes carcajadas.


Atte. Juan E. Cruz A.        Enviado: martes 27 de diciembre de 2016





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