Artículo escrito y publicado por don Omar Azofeifa Bolaños que de Dios Goce, el 1 de enero de 1990. Un nostálgico escrito que queda como legado para que las futuras generaciones de domingueños recuerden esa zona del cantón y para que los actuales residentes junto con los regidores y síndicos de la Municipalidad de Santo Domingo nos dé vergüenza de la destrucción que se ha realizado de gran parte de la zona cafetalera que servía como recarga acuífera.
"En
varios artículos anteriores he citado el nombre de La Quintana. Por lo tanto,
quiero explicarles a los lectores cómo un pedazo de tierra significa tanto para
un pueblo.
Estas
tierras fueron dadas al alférez don Sebastián de Zamora que, en segundas nupcias,
se casó con doña Luisa de Quintana. Del nombre de doña Luisa deriva el de una
región situada al este de San Pablo y al norte de Santo Domingo de Heredia.
Lugar en donde con toda seguridad estuvo la casa de doña Luisa.
Bueno,
doña Luisa Quintana dejó el nombre a estas tierras, las cuales han sido un
medio de subsistencia, de aventura, de juegos, para una gran parte de la
población de Santo Domingo, San Pablo y San Isidro de Heredia.
La
Quintana, allá por las décadas de los cincuentas y sesentas, era un inmenso
cafetal con potreros, entrecruzados por una serie de "caicillas" y
trillos que iban de la calle Ronda, límite entre la ciudad de Santo Domingo y
los cafetales, hasta San Isidro y San Pablo. La caicilla del Colorado y los
Tubos, las de los Vindas, la comunicaban con San Pablo. La caicilla de los
Cases y la de don Pedro la comunicaban con San Isidro. Había otras caicillas,
como la del Barro de Olla, la de la Mariquita, la de doña Tana, Benjamín, etc.
En
estas épocas estas tierras proveían de trabajo (jornaleros, cogedores de café)
y leña, guineos, bananos, plátanos, verduras, cases, naranjas, a gentes de los
pueblos citados.
Era
una extensión despoblada, limitada al oeste por el río Bermúdez y al éste por
el río Turis, al sur por la calle Ronda y a la calle del Guacalillo. Al norte
llegaba hasta la calle del Uriche a San Isidro.
Éramos
como siervos de la gleba, casi sólo La Quintana era fuente de trabajo. En las
fincas de los Chales, luego, Rohrmoser, Montealegre, los Sánchez, dejamos el
sudor, las fuerzas de nuestro trabajo. Ahí aprendimos a ser hombres; muchos se
casaron con novios o novias que conocieron en la recolección del café.
En
ese despoblado habitaron y habitan algunos que son parte de la historia misma y
el recuerdo de La Quintana. Recordamos a doña Tana, don Antonio, Danilo,
Manuelillo Bolaños. Una casa en el centro de los cafetales donde nos proveíamos
de agua y guardábamos los canastos.
La
figura flaca de "Miguel Bolaños (Tonga) con sus rollos de hojas para
vender en las carnicerías de San José. Los Ramírez, los Arce, los Rodríguez,
los Bolaños, fueron familias que nos criamos, ahí en esos cafetales de La
Quintana.
Hoy,
estas tierras van dando paso al progreso, el cual poco apoco va destruyendo la
historia y los recuerdos. Ya no hay caicillas de barro y zacate; ahora son
carreteras pavimentadas y lastradas; las ciudadelas, las fábricas, los
colegios, van robando cada día más cafetales. Ya la gente de Santo Domingo no
recolecta el café; ahora vienen camiones llenos de gentes de los barrios del
sur, desocupados; ya no hay frutas. Estas gentes ni las dejan madurar. En enero
hay que coger el café verde porque la gente y los compradores de café se lo
roban.
De La Quintana sólo quedara
el nombre en el recuerdo y el corazón de todos aquellos que vivimos ahí."
Con cariño les envío esta canción del recuerdo, que pronto va a hacer cantada
ResponderBorrarJose Amado
FIESTA EN LA QUINTANA
En la noche oigo
el viento en la Quintana,
jugando entre cafetales
que es lo que abunda aquí;
vamos, vamos corriendo,
vamos, vamos cantando,
que atrás de las montañas
la luna llena volvió a salir;
esta bendita tierra
con tus cafetos me haces vivir.
En la Quintana
yo tengo el corazón
y cuando el yigüirro canta
me alegra su canción.
Es la Quintana mi dulce y bello hogar;
Oh Santo Domingo hermoso
Jamás te he de olvidar.
Y cuando amanace
se ven jornaleros
llevando sus herramientas,
su alforja y su delantal.
Ellos sí son valientes,
ellos sí son los héroes
porque con sus sudores
y sus desvelos vida le dan
¡oh Quintana bella,
qué lindo luce tu cafetal!
¡Que viva siempre
con alegría
en el bello paisaje
de esta tierra de paz!
En esta fiesta
que es la Quintana
se escuchen las notas
de mi cantar
Febrero 1965