viernes, 29 de enero de 2016

Un pueblo se construye permanentemente es un pequeño análisis que se hace de la historia domingueña donde se recuerda a un partido cantonal domingueño que logró efectuar muchas obras para beneficio de la comunidad domingueña.

Un pueblo se construye permanentemente

Una comunidad se construye día a  día por las generaciones que han pasado y pasan por ella. Santo Domingo de Heredia ha tenido la bendición de DIOS y el privilegio de contar con personas y grupos visionarios a lo largo de los siglos y por eso   en el presente año  2016  contamos con una serie de ventajas y comodidades que debemos agradecer, apreciar y conservar para los presentes y futuros domingueños.

En este corto escrito reflexionaremos sobre el partido cantonal domingueño creado antes de la Guerra Civil de 1948, más precisamente en 1938 y cuyo nombre fue “Partido Calderonista Domingueño”. El  líder de ese esfuerzo fue el Lic. René Aguilar Vargas. Él  y su grupo “…organizó un partido para participar en las elecciones de medio periodo de la administración de León Cortés, en 1938, a nivel cantonal, movimiento que derrotó a la papeleta oficial, ganando las elecciones con el lema “Por un Santo Domingo Mejor” y con los colores rojo y verde como insignia. Esa Municipalidad quedó integrada por los regidores del movimiento ganancioso Ricardo Barquero Zamora, Amadeo Chacón, y como suplente, don Primo Chavarría, por el distrito de San Miguel Norte; como regidor por el partido oficial, el cortesista, Licenciado Ramón Villalobos.”( Texto tomado del libro Recordando a mi pueblo Santo Domingo de Heredia de Rodrigo Bolaños Sánchez).

En este momento disfrutamos del esfuerzo de todos esos domingueños, pues lograron proyectos como la construcción de la Plaza Nueva, al frente de la Basílica. Recibieron el acueducto municipal traído desde las fuentes de Pérez, manantiales ubicados en el cantón de Barba. Además esa Municipalidad trabajó en el encubetado de los desagues de la ciudad, el entubado del zanjón de la calle “Ronda”, la ampliación de la cuesta de Tures y otros proyectos.

Las actas municipales de esos años guardadas en el Archivo Nacional dan fe de todos esos esfuerzos por hacer de Santo Domingo de Heredia un mejor lugar para vivir.

Aparentemente el partido local que se estableció en ese entonces y que  logró tantos frutos dirigido    por don René Aguilar, no logró darle continuidad a su esfuerzo, pues perdió las siguientes elecciones municipales por diferencia de unos pocos votos.

Cada época tiene sus luchadores en una comunidad. Dejemos siempre de lado el odio, el rencor y los errores de los demás. Fijemos nuestra atención en los aspectos positivos de cada generación.  Recordemos siempre al observar la Basílica, la Iglesia del Rosario, los pozos municipales de agua potable, el parque, los salones comunales, el edificio municipal, las carreteras, las casas de adobes, las escuelas, los colegios, las clínicas, los ebais, el cementerio,  la cultura domingueña, la forma de ser del domingueño,  a todas las familias domingueñas que han trabajado a través de los años por cada uno de esos aspectos.

Seremos siempre agradecidos con nuestros antepasados y con esta tierra que nos vio nacer, si conservamos y mejoramos toda la herencia espiritual, cultural y material que nos dejaron, y sobre todo si participamos en la medida de nuestras posibilidades y desde nuestro ámbito de acción, en la solución de los problemas de nuestro querido cantón.

GRUPO CÍVICO DOMINGUEÑO
Miércoles 27 de enero del 2016


jueves, 28 de enero de 2016

Una reflexión sobre las elecciones municipales que se realizarán el próximo mes de febrero 2016. Se requiere para bien del cantón que las personas que salgan perdedoras se acerquen al partido ganador por medio de las diferentes comisiones municipales para ayudar a resolver los problemas que aquejan al cantón de Santo Domingo de Heredia.

                               Las elecciones municipales 2016, y después, ¿qué?

Hemos visto los diversos debates en la radio, la televisión, los periódicos, así como los volantes y panfletos de los distintos candidatos a alcaldes, regidores y síndicos, para ocupar los puestos en la Municipalidad de Santo Domingo de Heredia. A algunos de ellos los ubicamos desde hace muchos años en el voluntariado comunal de cada uno de los distritos. Todos los grupos han expresado sus ideas para solucionar los problemas que tiene la comunidad domingueña. Se aprecia detrás de cada partido político un grupo de personas que están interesadas en ayudar a la comunidad.

Sin embargo, el domingo 7 de febrero del 2016, aunque sea por un voto, alguno de los partidos será electo en las urnas electorales. ¿ Y los demás partidos, se irán para la casa sin participar más en la solución de los problemas planteados? Los vemos ahora muy entusiasmados por sacar adelante la comunidad domingueña y corregir los errores observados por todas partes.

El voluntariado domingueño se ha visto disminuido. Las organizaciones cívicas comunales necesitan de todos para seguir adelante y luchar por el desarrollo de cada distrito. Los problemas son muy graves en el cantón y se necesita la colaboración de todos los vecinos. Por eso no se vale que dentro de un tiempo esas personas que no ganaron y vean que las necesidades continúan sin satisfacerse digan: No puedo hacer nada, porque no votaron por m{i.

Debemos dejar atrás la envidia,  el odio, la mezquindad, el “yo gané”, el “sacarse los trapos sucios” y participar con entusiasmo en la solución de los problemas.

El trabajo continúa. Los seres humanos somos transitorios. Las instituciones permanecen. El partido y las personas que obtengan el poder municipal deben llamar a los participantes en la contienda y formar juntos una agenda común para dirigir los esfuerzos de todos para conseguir hacer realidad los proyectos que beneficien a los domingueños. En esta agenda común deben estar integradas todas las fuerzas cívicas, comunales, religiosas, institucionales del pueblo domingueño.

El camino correcto es el señalado anteriormente. Debe partirse de una realidad y con mucha humildad reconocer que: La verdad absoluta es solo DIOS y que todos los seres humanos y grupos poseemos verdades relativas que deben nutrirse con la visión, el aporte y el apoyo de los demás.


GRUPO CÍVICO DOMINGUEÑO.   Miércoles 27 de enero del 2016

José Amado Hernández Salazar es un domingueño que ama al cantón y a escrito poemas y canciones dedicadas a recordar el Santo Domingo que se ha ido perdiendo. El Grupo Civico Domingueño ha efectuado una serie de resúmenes de varios cuentos que el Prof. José Amado ha escrito con el propósito de darlos a conocer y pensando en un futuro que se puedan publicar en forma íntegra.

El Prof. José Amado Hernández Salazar  ha sido un maestro de muchas generaciones de domingueños. Con su ejemplo de servicio a la comunidad rescata lo mejor del voluntariado domingueño que ha  hecho grande este Cantón.  Ha escrito canciones e himnos que se recogen  en esta misma página en escritos anteriores  y es el creador del Himno al Cantón de Santo Domingo de Heredia.

Ahora incursiona en el campo de la literatura y tiene, entre otros, una serie de cuentos cuyos títulos son:  Una Odisea sin Ulises, El rastro engañoso, Inesperado retorno, La sotana, El sarape, La lección, El viejo, El gusano e’ratón.

A continuación ofrecemos un resumen de uno de sus cuentos, para que usted, estimado   lector lo valore y haga llegar sus comentarios.
                                    
 Una Odisea domingueña

El sol, aunque era de mañana, se sentía fuerte dadas las latitudes donde se encontraban. Una pesada danta apareció de pronto debajo de unos enormes bambúes, mientras un grupo de congos se balanceaban en las ramas de un ojoche. A lo lejos el canto de un jilguero acariciaba el oído con su afinado flautín. Y así los extasiados viajeros, chuzo en mano,  guiaban sus carretas con destreza y voluntad.

Tenían que llegar a la Aduana provisional que el Presidente Tomás Guardia construyó al otro lado del Río Sucio. Tendría que hacerse así, pues un buen tramo de la vía férrea cerca de Siquirres se estaba deslizando a causa de la lluvia caída días antes; por ese motivo se tuvo que recurrir al servicio de la “línea vieja”.

El padrecito de Santo Domingo de Heredia-Reverendo Sacerdote Benito Sáenz y Reyes- los había escogido para transportar una delicada carga. Boyeros honestos, trabajadores, con las manos callosas, valientes, fuertes: Cleto Ramírez, Juan Chaves, “Chepe” Bolaños, Macario Campos, Dolores “Lolo” Arce, “Lico” Azofeifa, Quírico González, Juan Cortés, Justino Vargas, Ananías Zamora y otros más.

Días y noches en ese recorrido. Las chontas, carrizos y helechos arbóreos, así como las delgadas palmileras formaban un espectáculo gratísimo a los ojos de los boyeros, quienes en su mayoría nunca habían visto cosa igual. Las candelillas, con sus destellos, parecían contestar las señales luminosas que, del otro lado, lanzaban algunos cocuyos, en tanto que se escuchaban algunos graznidos de algún misterioso pájaro nocturno. Más abajo, el arroyo hacía cantar el agua cristalina y el viento jugaba con las hojas de los árboles.

San Isidro, San Josecito, San Luis, San Jerónimo, el “Paso de la Palma”, el “Cerro Zurquí”, los llevaba hacia el “Camino de Carrillo”. Lugares que fueron quedando atrás hasta divisar al otro lado del Río Sucio la Aduana que, con su techo rojo y sus paredes recién pintadas reflejaban el sol, cuyos rayos se volvían a esa hora candentes y quemantes sobre sus cabezas.

Un hombre bajito con espejuelos y patillas largas preguntó por el responsable del acarreo y, después de girar instrucciones sobre el cuidado y cómo se debía colocar la mercancía, hizo que Cleto estampara una cruz a manera de firma en un grueso talonario celeste con borde colorado. Los cajones rectangulares decían “MADE IN BELGIUM”. Los boyeros especularon sobre su contenido: podrían ser las partes de un altar, la pila para el bautisterio, andas para la imagen del Nazareno del Consuelo…

Catorce cajones de madera de pino nórdico fueron colocadas en las carretas transformadas en plataformas por un Carpintero que se dirigía a Batán. Una sombra milagrosa los cubrió.
Ya en el camino de regreso, los grillos sonaban sus violines, las lechuzas agitaban sus maracas, se oía el quejido de un “estucurú”. De nuevo las chontas, los carrizos,  los helechos arborescentes y delgadas palmileras iban adornando el paso de la comitiva; en tanto que unas gongolonas revoloteaban encima de una macolla de caña india. También las aves, una vez más, formaron un concierto multifónico en loor al Dios de la Creación.

El grito de dolor de uno de los muchachos picado por un alacrán y atendido con guaro, el sacrificio de uno de los novillos atacado por la infección, la partida del eje de una carreta, ríos crecidos, carretas atascadas en el lodo del río, la muerte de Cucho-el perro- por la rueda de una carreta fueron acontecimientos que los unió más como grupo y como amigos.

Los babeantes hocicos de los animales dejaban ver el cansancio que se trasladaba a los valientes boyeros, quienes se asomaban ya a la Calle Ronda. Muchos domingueños los esperaban con banderitas blancas y amarillas, ordenados a ambos lados de la calle y los siguieron hasta llegar al monumental templo que tenía cuatro años de construido y que posteriormente sería declarada Basílica. El Reverendo padre Don Benito Sáenz y Reyes conmovido y emocionado los recibió y bendiciéndolos dio gracias a Dios por haberlos traído sanos y salvos a todos, excepto al buey de Lolo y al perro de Cleto.

Todos los boyeros fijaron su atención y reconocieron   aquel carpintero sin cuya ayuda no hubieran podido transportar aquella preciosa carga.

Las cajas, a ruego del venerado sacerdote, una a una y con mucho cuidado fueron llevadas entre todos, deslizadas sobre polines , hasta llegar al lugar seleccionado.

El 4 de agosto de 1896, cinco meses después de la odisea, en la misa pontifical, ofrecida en honor del Santo Patrono Santo Domingo de Guzmán, bajó el cielo  a la tierra, por medio de las sublimes notas del magnífico órgano tubular acompañado de los bellos y melodiosos cantos al DIOS que tanto amor y bondad derramó y sigue derramando sobre sus hijos domingueños.

AUTOR: José Amado Hernández Salazar      
               
Miércoles 27 de enero del 2016        Grupo Cívico Domingueño