jueves, 26 de julio de 2012

Santo Domingo de Heredia, el amor de mis amores

Para recordar poemas de grandes escritores domingueños, se presenta a continuación una bella poesía de don Hernán Elizondo A y un comentario escrito por un miembro del Grupo Civico Domingueño sobre esa pieza literaria, que nos hace recordar el Santo Domingo de ayer que muchos añoramos.

CANTO A SANTO DOMINGO DE HEREDIA
Para la bella y gentil señorita, Lolita Arce Azofeifa,
Con el sincero afecto del autor
Hernán Elizondo Arce

El sol su clámide de oro lentamente ha desprendido
y sus rayos por el monte,
coloreando el horizonte,
se han tendido…
Canta el ave en los cafetos recubiertos de azahares
anunciando la mañana con sus rítmicos cantares;
y en el viejo campanario alza alegre su voz de oro
el reloj, cual vieja joya de arqueológico tesoro.
Silba un mozo. Ladra un perro. Y una beata se recrea
en hablar habladurías de una chica de la aldea.

Corre un niño. Se oye un canto. Y la brisa tenue y fría
tiene esencia de claveles, sabor tiene de ambrosía.

Son las seis de la mañana: eso dice el viejo horario
del reloj del campanario…
Lo confirma la campana cuyas notas bullidoras
corren, corren, cual las horas,
cual las vidas, y los goces, y las sanas ilusiones,
y agonizan, y se mueren, como mueren las canciones
de los viejos marineros que a la mar se van cantando,
sin que nadie sepa nunca ni hacia dónde ni hasta cuándo.

Gime triste una sirena: ya se marcha un viejo carro
desafiando del camino desnivel, piedras y barro.
¿A do va? Fácil saberlo, va hacia Heredia y lleva en él,
a las bellas estudiantes de sonrisas hechas miel.
Y se aleja el viejo carro rechinando en el camino
en su marcha presurosa de esforzado peregrino.

Un muchacho a otro muchacho cuenta historias
de ridículos amores, de pasiones ilusorias
donde siempre hay una cita y un suspiro y unas flores.

Gime el aura en un despliegue de cadencias infinitas
columpiando las corolas de las blancas margaritas;
y allá dentro del jardín
a una bella mariposa le habla de amor un jazmín.

¡Oh terruño bendecido!¡Oh ciudad de mis mayores!
¡Tierra de lindas mujeres!¡Tierra cubierta de flores!
¡Santo Domingo de Heredia!¡Tierra gallarda y florida!
¡Eres luz en el sendero de nuestra patria querida!

¡Eres joya fulgurante, eres cítara sonora
que levanta sus arpegios en la tierra de los Mora!
Eres ola ebria de cumbre de un océano embravecido,
huracán que brama y ruge si en el patrio pedestal
del sepulcro de los héroes se alza bélico rugido
y en lugar de un canto criollo se oye el Himno Nacional.

Cuna de hombres valerosos que en “paro” ponen la vida
y desprecian la belleza si ella implica el deshonor,
tierra de hombres que no temen ni la muerte ni la herida
pues se juegan la existencia por su patria y por su honor.

¡Oh terruño bendecido!¡Oh ciudad de mis mayores!
¡Tierra de lindas mujeres!¡Tierra cubierta de flores!

Viene la tarde serena, el sol brilla en el poniente
como una diadema de oro de una princesa en la frente.
¿Qué hora será? Preguntadlo a la aguja del horario
del reloj del campanario.
Preguntadlo a la campana
que levanta su voz de oro
como joya veterana
de arqueológico tesoro.

Es el Angelus… suspiros de la joven quinceañera,
voz cascada de la abuela que las preces va soltando
mientras siente, mientras sueña,
-vieja novia de la muerte- que su amor se va acercando.

Se oye un canto. Vuela un ave.
¿Hacia dónde? Nadie sabe.
El sol corre hacia su tumba
y su trono se derrumba
más allá del horizonte, más allá de las montañas:
rey de inmensos territorios, va alumbrar tierras extrañas.

¡Oh terruño bendecido!¡Oh ciudad de mis mayores!
¡Tierra de lindas mujeres!¡Tierra cubierta de flores!

Ya la noche se desprende con su corte de luceros
y la luna alumbra, alumbra, y se esmaltan los senderos
con su brillo…
Canta un grillo,
Llora un niño, gime el viento,
y se pierde el pensamiento
tras los mundos ignorados del ensueño y la quimera
y en su vuelo presuroso,
busca ansioso
las regiones ilusorias de la eterna primavera.

En la iglesia –joya antigua de algún clásico tesoro-
Hay incienso en los altares y armonías en el coro.
Desvanécese el incienso, muere pronto la armonía
y agonizan las plegarias ante el ara de María.

En el parque que vigilan las pupilas placenteras
de las clásicas palmeras,
hay derroche de alegrías, y hay suspiros, y hay miradas
donde brilla la promesa del amor:
son las vírgenes que sueñan con caricias ignoradas
mientras arden sus pupilas en un vívido fulgor.

Como esclava de un pasado que vislumbra en lontananza
una vieja cuenta historias a la vera del hogar,
de princesas y hechiceras, de amor sin esperanza
de unos viejos marineros que perdiéronse en el mar.

¡Oh terruño bendecido!¡Oh ciudad de mis mayores!
¡Tierra de lindas mujeres!¡Tierra cubierta de flores!

¿Qué hora es? Nadie lo sabe. Preguntadlo al viejo horario
del reloj sito en la torre del antiguo campanario.
Preguntadlo a la campana
que levanta
cuando canta,
la canción triste del tiempo…del ayer y del mañana.

Son las diez…senda desierta
donde dice la conseja
que a los nietos les relata la voz hueca de una vieja
que aparece el alma en pena de una muerta.

Todo en calma está y la noche
se desliza por el campo de las horas en su coche
negro y triste donde viaja,
con la luna por mortaja,
hacia la meta lejana,
eternamente buscada del infinito mañana.

¡Oh tierruca venerada
donde brillan más los cielos!
¡Oh ciudad idolatrada
donde duermen mis abuelos!

¡Santo Domingo de Heredia! ¡Tierra gallarda y florida!
¡Eres luz en el sendero de nuestra patria querida!

¡Oh terruño bendecido!¡Oh ciudad de mis mayores!
¡Tierra de lindas mujeres!¡Tierra cubierta de flores!

Santo Domingo de Heredia: el amor de mis amores
“Eres luz en el sendero de nuestra patria querida”

Comentario:
Hace algunos días, la Lic. Marta Elizondo dio a conocer el poema de su padre Hernán Elizondo Arce titulado “Canto a Santo Domingo de Heredia”. Encontrará, a continuación, estimado lector, algunas reflexiones sobre este bello texto que se unirán a todas las lecturas que ustedes también han hecho y que esperamos las incorporen muy pronto en esta página. (www.grupocivicodomingueno.blogspot.com)

El texto se inicia con una dedicación que en realidad se convierte en un homenaje a la mujer domingueña. A lo largo del poema se profundiza en la mujer que se prepara: “bellas estudiantes de sonrisas hechas miel”, la contadora de cuentos a los nietos y como inspiradora de ilusiones para la consolidación del amor. El estribillo a lo largo del poema reafirma la idea primeriza: “¡Tierra de lindas mujeres!”

El yo lírico, mediante veintiséis estrofas y 125 versos, con rima consonante o perfecta (ilusiones-canciones), por medio de la cual logra la musicalidad y el ritmo adecuado para expresar sus sentimientos sobre el pueblo donde nació. Incorpora mediante bellas imágenes como los símiles, las metáforas, las prosopopeyas el canto-homenaje a Santo Domingo de Heredia.

Existe un recorrido por el espacio físico y humano de Santo Domingo. Mañana, tarde y noche donde, en cada parte del día, la naturaleza se manifiesta y ocurren diversos acontecimientos humanos. El sol se esparce en la mañana, las aves cantan en los cafetos recubiertos de azahares. Paralelo a los elementos naturales se introduce lo humano-silva un mozo y también aparece el reloj en el campanario, como símbolo del paso del tiempo. No podía faltar la beata que habla habladurías de una chica de la aldea. El viejo carro desafiando el barro y las piedras. En la tarde el sol brilla en el poniente y corre hacia su tumba. Luego aparece la noche donde “Canta un grillo, Llora un niño, gime el viento.”

Es en la mañana cuando el yo lírico caracteriza a los domingueños: valerosos, honorables, defensores de la Patria y a Santo Domingo de Heredia como la luz en el sendero de nuestra patria querida.

Don Hernán, mediante su poesía, hace un recorrido por Santo Domingo: la belleza natural, la flora, los cafetos recubiertos de azahares, la brisa con esencia de claveles y sabor de ambrosía, blancas margaritas, el jardín, la mariposa, el jazmín, tierra cubierta de flores, montañas, el viento, el huracán, las clásicas palmeras, el sol, la noche, la luna. También aprovecha elementos de la fauna: el ave, el perro, el grillo. Personajes humanos como: el mozo, la beata, el niño, el marinero, estudiantes, el muchacho, las vírgenes, la vieja, los nietos, las mujeres, el hijo, la abuela.

El sentimiento religioso muy arraigado en el pueblo domingueño también se manifiesta: campanario, campana, iglesia, incienso, los altares, plegarias, ara (altar), María, beata, bendecido, ángelus, preces (oraciones-ruegos). Hace una referencia especial al templo: arqueológico tesoro.

El hipérbaton (Figura de construcción que consiste en invertir el orden de las palabras en el discurso) se usa como un recurso para darle énfasis a algunas palabras e ideas: Gime el aura, llora un niño. La adjetivación está empleada para profundizar en los sentimientos del yo lírico: brisa tenue y fría, caricias ignoradas, tierra gallarda y florida. Las repeticiones son usadas con precisión: corren, corren; alumbra, alumbra y logran el efecto de sentido y musicalidad deseada, así como de movimiento.

Se notan, además, vocablos teñidos con la mitología griega y latina: clámide-capa corta y ligera que usaron los griegos y los romanos, ambrosía-manjar de los dioses, nueve veces más dulce que la miel, comunicaba la inmortalidad a los que la comían-cítara-instrumento musical de cuerdas usado en la Antigüedad-quimera-monstruo fabuloso, fábula, ilusión.

Con recursos de construcción, como el encabalgamiento son presentadas las tradiciones orales que reunían a la familia domingueña: la abuela contando historias de princesas y hechiceras, marineros perdidos, el alma en pena.

Este trabajo poético, presentado con maestría por don Hernán Elizondo, quien hace uso de los recursos literarios para expresar su amor por el pueblo que lo vio nacer: Santo Domingo de Heredia, logra artísticamente presentar un pueblo con grandes recursos naturales y humanos que merecen destacarse y conservarse siempre. La generosidad de este gran domingueño debe ser luz en el camino de todos nosotros y de las siguientes generaciones. Todos podemos aportar, desde nuestra sencillez, para continuar construyendo una comunidad donde sobresalgan los verdaderos valores señalados en el poema y hacer un coro con él “¡Oh terruño bendecido!¡Oh ciudad de mis mayores! ¡Tú serás hasta mi muerte, el amor de mis amores!”

GRUPO CÍVICO DOMINGUEÑO Lunes 23 de julio del 2012












miércoles, 4 de julio de 2012

LAS HUELLAS QUE DEBEMOS SEGUIR

Este artículo al igual que otros publicados en esta  página, va encaminado a dejar un mensaje a los actuales residentes del cantón de Santo Domingo de Heredia,  de la vida, costumbres, tradiciones, valores, etc.  de nuestros antepasados, aspectos que son fundamentales para construir nuestro presente.

Martes 3 de julio del 2012


Las huellas que debemos seguir

En la revista “Su casa” del Grupo Nación, en la edición de junio y julio del 2012, aparece un artículo titulado “Cafecito domingueño”, donde se hace una entrevista a doña Elsa Azofeifa y otros domingueños. El contenido se ilustra con excelentes fotos de Santo Domingo de Heredia y se profundiza en la historia e idiosincrasia domingueña.

La conversación del Periodista con doña Elsa Azofeifa nos lleva a descubrir los verdaderos valores que caracterizan el “ser domingueño”. Dice doña Elsa, entre otras cosas, que fue cogedora de café, remendó medias de seda para ajustar y comprar bocados para sus 9 hermanos, ayudó permanentemente a su mamá a ganarse el sustento con la costura, estuvo en la Filarmonía Femenina de Santo Domingo, siendo adolescente, estudió en la Escuela Normal de Heredia y estrenó su título de maestra en Rivas de Pérez Zeledón donde conoció a su esposo; nacieron 5 hijos. En 1990 regresó de la jubilación , sacó una licenciatura y trabajó un poco más. En los últimos años ha estado escribiendo sobre la casa de su abuelo, los vecinos de su juventud, las mujeres domingueñas, las casas donde vivió y una herencia que se evaporó.

Con una gran alegría y entre risas que contagian cuenta el Santo Domingo que ha conocido en 81 años de vida: Candela desde el bisabuelo, las calles de zacate por donde arreaba la vaca, los corredores de la escuela y la plaza vieja donde jugaba, los cafetales donde cantaba, su participación como clarinetista en la Filarmonía Femenina. Su mamá le contaba que se levantaban de madrugada para ir a traer el agua a La Saca en latas de manteca. Conoce muy bien sus orígenes y tiene en su memoria los recuerdos de sus abuelos y de sus papás.

Las personas que conocemos a doña Elsa comprobamos siempre en ella una forma especial de ser, una mujer y una madre formada en los verdaderos valores domingueños: trabajo, esfuerzo, estudio, cultura musical, dedicación, solidaridad, aprecio por el pueblo y sus tradiciones, optimismo, alegría en la lucha, valentía para superar los obstáculos. Doña Elsa representa a muchas generaciones de mujeres y hombres domingueños que hicieron posible el Santo Domingo actual.

Las generaciones que ella representa han caminado por el sendero verdaderamente domingueño. Nos corresponde ahora a nosotros y a las futuras generaciones, como un homenaje a estas ilustres mujeres y hombres domingueños, transitar por este camino siguiendo sus huellas. La ruta está marcada. El tiempo apremia. Hagámoslo ya.

GRUPO CÍVICO DOMINGUEÑO